21 de mayo, Valparaíso!

Ahora que hemos tomado tu atención, te presentamos el siguiente texto sacado del libro «Recipes for Disaster» de Crimethinc. Creemos necesario este material para el desarrollo de todos los proyectos en los cuales nos desenvolvemos y que muchas veces no llegamos a concretar o seguir participando por diferentes problemas.
Pero no te enojes! abajo adjuntamos las fotos que utilizamos para traerte hasta acá 🙂

XVI
COLECTIVOS

Instrucciones

Mientras un grupo de afinidad es una estructura transitoria basada en la colaboración y la amistad existentes, un colectiva es una institución más permanente en la cual tiene lugar la colaboración y se puede desarrollar la amistad. Las individuxs pueden entrar o salir de los diferentes colectivos, como la sangre que circula a través de los órganos, pero el colectivo permanece, ofreciendo continuidad e infraestructura.

Un colectivo puede ser un círculo cerrado, tal como un equipo clandestino de engrudadores  o una estructura abierta, más fluida, en la cual cualquiera puede participar, tal como un grupo Food Not Bombs (Comida No Bombas). A menudo el formato está en algún lado entre estos extremos, como en el caso de una banda folk anarquista que lleva diferentes invitadas con ellas cada vez que salen de gira. Las colectivos pueden servir para atender las necesidades de las individuxs que los componen, como es el caso de los grupos de lectura; o también las necesidades de su comunidad, tal como los colectivos que cuidan la salud de las bíomujeres; o incluso aquellas de otras comunidades, como los grupos de apoyo a prisioneras que envían libros a las presas. En el mejor de los casos, todas los que toman contacto con un colectivo terminan participando y beneficiándose de alguna manera; esa es la idea de pensar y actuar colectivamente.

Los grupos de afinidad y los colectivos pueden distinguirse de otras estructuras organizacionales en que son explícitamente no jerárquicas. Idealmente, todos los participantes tienen igual peso en las actividades del grupo. No hay posiciones de liderazgo; se efectúan todos los esfuerzos para evitar centralizar el poder y la influencia en las manos de cualquier individuo o facción. En vez de votar, las decisiones se toman por consenso, de manera que se cuenta con la aprobación de todos las involucradas.

De esta manera, los grupos de afinidad y los colectivos brindan un sustento para la autonomía individual en la acción colectiva. Sin embargo, para que esto sea posible, ellas mismas deben ser construidos sobre la base de relaciones de apoyo y liberación. Las estructuras y procedimientos igualitarios no pueden sustituir la sensibilidad y la buena voluntad; a lo sumo pueden allanarles el camino. Como muchos de los aspectos importantes de cualquier colaboración están determinados informalmente, las participantes en los colectivos deben buscar nutrir las actitudes y hábitos necesarios para la coexistencia y la cooperación, para que surjan de forma natural.

Zonas Autónomas Ampliables

Más que incrementar los recursos o el poder de las individues, los colectivos construyen poder compartido. En un sistema competitivo, la vida es un juego de suma cero, en el cual una solo prospera a expensas de las demás; por otro lado, en el sistema cooperativo, cuanto más invierte cada una, mayores son los beneficios para todas. Así, estableciendo y nutriendo un colectivo, les individues no acumulan poder para sí mismos aisladamente, sino que construyen una estructura de la cual todas pueden beneficiarse. La riqueza que genera un colectivo no corresponde al tipo de divisas que uno puede usar para adquirir una póliza de seguro; más bien es una red de ayuda mutua con lazos emocionales de larga duración que pueden satisfacer las necesidades de las personas incluso cuando las pólizas de seguro fallan.

En el mejor de los casos, los proyectos colectivos son contagiosos, difunden el espíritu y las estructuras colaborativas a todos quienes entran en contacto con ellas. Pueden hacerlo dando la bienvenida a nuevas participantes en sus filas, o demostrando las ventajas de sus métodos, que otras pueden apropiarse para usar por sí mismxs.

Armonía, No Unidad

Muchas activistas se acercan a proyectos colectivos con la idea de que para trabajar juntas, para ser o parecer sinceras o para lograr grandes cosas, todas las miembres de un colectivo deben compartir una plataforma política específica, un cierto estilo de vida, y un estricto código de conducta. ¡Y pensaste que la presión por pertenecer era mala en el secundario! Las llamadas ideologías radicales como el comunismo, que se niegan a terminar con las jerarquías, han exigido históricamente esa estandarización en sus filas, y han terminado consecuentemente en movimientos, obras de arte y sociedades estériles; por otra parte, el pensamiento anarquista sugiere que la diversidad es necesaria para cualquier organización o ecosistema saludable. Mayor diversidad ofrece un amplio espectro de inspiración e ideas para aprovechar, vuelve a tu grupo más adaptable; y dado que les seres humanos son siempre diferentes, aún cuando tratan de homogeneizarse a sí mismxs, cualquier sistema de valores que favorezca la conformidad sólo puede generar relaciones y proyectos deshonestos y superficiales.

Un colectivo de clones en el mejor de los casos puede hacer bien una sola cosa; un círculo de individuos únicos puede hacer muchas cosas diferentes que se complementan entre sí. Los mejores colectivos son aquellos que articulan la suma total de todo lo que las diferentes miembres tienen para ofrecer, no sólo aquellos que se limitan sí mismxs a aplicar lo que lxs miembros tienen en común. Como una banda necesita músicxs que toquen diferentes instrumentos, las asociaciones saludables no restringen a las participantes con compromisos que los fuerzan a limitarse a las cosas que tienen en común, sino que integran sus diferencias en un todo mayor que la suma de sus partes.

Trabajar y vivir con dichos acuerdos, en los cuales cada persona es consciente de que es responsable de hacer que funcionen los proyectos y relaciones, nos ayuda a vernos como parte de una red de relaciones humanas, en lugar de individuos aislados contra el mundo. Bajo estas circunstancias, los deseos de las demás deben tomarse tan seriamente como los propios. Esto puede permitir a un individuo ser una persona más completa, ya que sus compañeras pueden representar partes de sí mismx que de otro modo no expresaría.

En última instancia, todas somos producto de un mismo mundo, estamos todas interconectadas, cada una de nosotras manifestando diferentes aspectos del mismo juego de fuerzas. Sin esta comprensión, nuestra cooperación y comunidad puede sólo ser casual y fortuita.

 

Podés tomar ventaja de los miles de diferentes intentos que la gente ya ha construido para establecer comunidad –barrios, asociaciones, grupos de punk rock, ligas de bowling, encuentros de Alcohólicos Anónimos, coros de iglesias, clubes de secundaria, organizaciones estudiantiles, círculos de tejido, grupos de pasatiempos– como puntos de partida desde los cuales trabajar en camino a comunidades más amplias que sean más radicales, durables y ambiciosas. Considera con cuáles comunidades ya tienes lazos. No las abandones en busca de comunidades más radicales, quédate cerca para radicalizarlas.

Eventualmente, para les individues experimentados en vivir comunalmente y actuar colectivamente, se vuelve posible comprender el cosmos entero como un colectivo vasto, aunque disfuncional; el problema es simplemente cómo hacer que funcione más de acuerdo a nuestro gusto. Esto no significa que los fascistas o sexistas puedan ocuparse de sus muchos asuntos y ser “parte de nuestro colectivo”, ellos mismos serían los primeros en negarlo, ¡y lo sostendrían con pruebas! Pero el principal argumento del fascismo y el pensamiento reaccionario ha sido siempre que la cooperación y la autonomía son mutuamente excluyentes, que las personas deben recibir órdenes y ser controladas o sino no harán nada más que ser perezosas y matarse entre sí. Cuanto más demostremos que esto es mentira, menos atractivas serán sus afirmaciones.

Diversidad

Comenzar desde la diversidad es tan importante como fomentarla. Cada una es única, por supuesto, y puede suceder que haya más divergencia de personalidad, talentos y experiencia entre dos personas con un mismo background que entre individues de diferentes orígenes; pero habiendo dicho esto, incluir miembros de diferentes géneros, edades, clases sociales y culturas puede ser una gran cosa para un colectivo. Cuando gente de tan diferente origen aprende a comprender y respetar las perspectivas de los demás, complementar las fortalezas y debilidades de cada una, y formar relaciones simbióticas en la base de sus diferencias, esa es una revolución en acción, aún si en principio es un puñado de personas.

Esto no quiere decir que debas reclutar gente para tu colectivo sólo por su raza o género –eso puede volverse, por lo menos, paternalista– pero es del mayor interés visitar diversos círculos y aprovechar las amistades que se desarrollan naturalmente dentro de éstos para emprender proyectos colectivos.

Por supuesto, los colectivos compuestos por miembros con amplios grados de diferencia de privilegios tendrán que trabajar extra aprendiendo a interactuar como iguales. Los patrones opresivos –gente de clase media que tiende a hacerse cargo de la organización, la clase obrera haciéndose cargo del trabajo físico, hombres que toman las decisiones en formas que excluyen a las mujeres, y así– se integran a nuestros colectivos desde el mundo en el cual crecemos; podemos convertir estos grupos sociales en laboratorios donde aprender cómo romper estos patrones, como preparación para destruir ese mundo de jerarquías.

Las proporciones de diferentes orígenes dentro de un colectivo con frecuencia tienen una gran influencia sobre su dinámica interna. Por ejemplo, si es posible, es mejor que haya al menos dos personas que se identifiquen como «mujeres» en cada colectivo: un grupo formado exclusivamente por «hombres» inevitablemente carecerá de ciertas perspectivas importantes, y una «mujer» sola en un grupo masculino tendrá que lidiar con un montón de frustración por sí misma. Por otra parte, grupos exclusivos de «mujeres» pueden ser inspiradores para otrxs, y pueden funcionar como “lugares seguros”, más confortables que aquellos donde se trabaja en compañía mixta (de vuelta, ver Minando la Opresión).

Compromiso

El compromiso es a los colectivos lo que el bottomlining es a los grupos de afinidad; es la roca madre (los cimientos) sobre los cuales las comunidades pueden construir su poder y autoorganizarse. Cuando renunciás a todas las falsas riquezas y garantías del fraude de la protección capitalista, necesitarás del compromiso de todos más que de cualquier otra cosa.

El mundo en que vivimos, o mejor aún, en qué mundo vivimos, depende por completo de nuestras inversiones: seguimos viviendo en un mundo de ventas, salarios, alquileres y jaulas porque todos los días la gente se despierta y –sin ver opciones viables– invierten su energía e ingenio en vivir dentro de sus estructuras, perpetuándolas. Si de algún modo puedes dedicarte a crear y perpetuar otro mundo, ese mundo existirá al menos hasta donde tú existas, esa es la lógica de vivir un estilo de vida radical. Ahora, una persona sola viviendo y creyendo en contra de todo apenas puede sobrevivir, y mucho menos causar algún impacto real; pero una pequeña tribu de personas que se refuerzan y sostienen entre sí puede prosperar, y ayudar a otrxs a abrir las puertas a sus propios nuevos mundos.

Las comunidades anarquistas, en su mejor expresión, son redes de tales tribus, todas intercambiando apoyo e inspiración entre sí y ayudando a plantar las semillas que puedan hacer crecer nuevas realidades. El elemento más decisivo en la determinación de lo que una comunidad dada puede o no puede hacer es el compromiso de sus participantes. Un grupo de gente que está lista para afrontar cualquier cosa juntxs, que sabe que serán fieles mutuamente y a sus sueños a través de tiempos duros, no necesita ser perfecto; mientras el tiempo pasa, aprenderán lo que necesiten aprender y mejorarán lo que necesiten mejorar.

Cuando consideres con quién trabajar, características como la experiencia, la capacidad técnica y el acceso a equipamiento deberían ser secundarias; una persona que no tiene nada de esto pero que está poseída por un ardiente deseo de lograr grandes cosas puede eventualmente adquirirlas. Del mismo modo, si quieres llegar a algún lado trabajando en grupos cooperativos de cualquier tipo, las características más importantes que puedes desarrollar en ti mism@ son el compromiso, la dedicación, la confiabilidad y la responsabilidad. No desilusiones gente, no importa qué desafíos encuentres. A través de tus acciones hazle saber a l@s demás que pueden contar contigo en todo lo que emprendan juntas.

Tres personas pueden compartir y minimizar los costos del alquiler y la comida, forrar una ciudad con pósters y graffiti, y organizar un colectivo para cuidar chicxs a tiempo parcial; diez pueden cultivar un jardín comunitario, operar una agencia de información o un periódico, y formar una banda de música radical; cien pueden transformar un barrio en una zona autónoma, organizar manifestaciones que detengan una ciudad y desplegarse a través del país para compartir esas habilidades con diez mil más, ¡pero todo depende del compromiso!

División del Trabajo, Especialización, y Poder

A fin de prevenir los conflictos internos y la centralización del poder, los colectivos harían bien en desconfiar de la división, a largo plazo, del trabajo. Una dada distribución del trabajo significa que cada miembro se vuelve especialista en su tarea particular, y frecuentemente, en el rol asociado a esas tareas. Una vez que lxs miembrxs de un colectivo se asientan en sus diferentes roles, tienden a desarrollar necesidades y perspectivas conflictivas, y con frecuencia sigue un desbalance de poder. Para un ejemplo de los peligros de una excesiva especialización, veamos un ejemplo común pero a menudo negado: las bandas de rock o de punk políticas. Muchas bandas políticas experimentan un desorden interno en el cual se produce una ruptura entre el cantante y lxs otrxs miembros. Probablemente de temperamento expresivo y extrovertido, el/la cantante se encuentra en el rol de vocer@ de toda la banda: se espera que componga las letras y las explicaciones que las acompañan, responda la mayoría de las entrevistas y presente las canciones mientras lxs otros miembros del grupo afinan sus instrumentos. Todo esto refuerza las propias tendencias autoritarias del cantante –no nos engañemos, todos somos un poco así– hasta que empieza a asumir y dar por sentado el poder que tiene.

La mejor analogía para usar acá es el Estado Comunista: el cantante deviene en el Partido, su carga es educar a las Masas comenzando por supuesto por el proletariado de su propia banda –lxs otros miembros–, quienes son lxs que en realidad producen lo útil: la música. Él/Ella, por supuesto, sólo da voz a las políticas que ya sostienen inconscientemente, es la Vanguardia, y esto le da la importante responsabilidad de organizar su labor, representar sus intereses, hacer declaraciones en nombre del grupo, y así sucesivamente.

Ser capaz de expresar los sentimientos propios con palabras, expresar lo que un@ piensa en público, articular ideas complejas al vuelo, todos estos son talentos valiosos para tener; el problema no es que el cantante del ejemplo los ejercite, sino que la especialización dentro del formato de banda tradicional tiende a desarrollar estas habilidades exclusivamente en esta persona y no en los otros. El cantante puede expresar y organizar cosas que deben ser dichas y organizadas, y puede ser quien tome mayor responsabilidad para cosas importantes como la relación entre la banda y otras personas, pero esta especialización no es usualmente sostenible, y nunca es saludable. Ahora que tienen diferentes intereses de acuerdo a sus distintos roles se desarrollan tensiones entre los diferentes estratos de la banda.

Puedes organizar paros de alquileres para lograr que el propietario se ocupe de los problemas de plomería, calefacción, electricidad, pero sería más sabio construir un círculo de gente de confianza para invertir en un espacio comunal de viviendas. En la ciudad, podrías usar ese espacio como un lugar de encuentro para las artes escénicas, mientras que en el campo podrías cultivar suficientes verduras para alimentar a un montón de personas.

Este es sólo uno de los innumerables ejemplos de las maneras en que la especialización puede concentrar el control y crear disputas dentro de un colectivo. Aún en colectivos en los cuales la división del trabajo es mucho menos formal, las personas tienden a orientarse a un rol, y se producen las mismas consecuencias.

La responsabilidad tiende a fluir en una dirección una vez que se establece un patrón. Cuanto más hace una persona, más sabe hacerlo y se siente comprometida con ello, mientras el resto lo hace cada vez menos. Peor aún, esa persona puede así dejar de confiar responsabilidades en lxs otrxs, con lo cual las demás dejan de ser conscientes de la cantidad de trabajo que hay que hacer y qué se necesita para hacerlo. El Responsable culpa a lxs demás por no asumir responsabilidades que éstos incluso desconocen; estas otrxs culpan por su hostilidad y resentimiento al primerx, sin comprender el contexto.

¿Como puede un colectivo resistir esta tendencia insidiosa? Está el modo reformista: debés ser consciente del privilegio y del poder que proviene de las tareas que realizás, trata de mantener controlados mediante una retroalimentación continua a aquell@s que asumen roles claves. Luego está la forma radical: rotar responsabilidades frecuentemente entre las participantes del colectivo, mantener las cosas tan nebulosas que no haya roles fijados que puedan cristalizarse. Ninguna estrategia puede realmente funcionar sin la otra: ninguna reestructuración radical de nuestros grupos de trabajo puede por sí misma deshacer los efectos de décadas de condicionamiento jerárquico al que todas hemos sido sometidas, y al mismo tiempo es tonto pensar que personas en estructuras que son conducentes a la especialización y la centralización pueden comportarse de modo diferente con sólo decidirlo.

Comunicándose

La comunicación es central en la actividad de un colectivo, y es un arte vudú si alguna vez la hubo. Dos personas no hablan el mismo lenguaje de la misma forma; diferentes palabras, gestos, acciones siempre significan cosas distintas a distintas personas. No se enoje (y no se auto-otorgue la razón) a partir de las fallas en la comunicación. No hay una forma “correcta” para comunicarse, no hay Una Única Manera de manejar las cosas; cualquiera que diga lo contrario está tratando, conscientemente o no, de imponer su propio sistema al cosmos. Por otra parte, algunas formas funcionan mejor que otras; en definitiva, la única cosa que importa es que su grupo encuentre una lengua o método común que les permita a sus integrantes resolver las cosas internamente.

Tendrán que resolver todo de nuevo cada vez que cambie la composición de su grupo, o incluso cuando permanece igual, por los cambios que atraviesa la gente –todos cambiamos–. Cuando tengan un miembro nuevo o dos, no asuman que pueden simplemente avanzar de acuerdo a los planes y procedimientos que resolvieron antes. Júntense y asegúrense de que todas digan lo que tengan que decir y de que todxs se sientan dueñas de lo que hacen en conjunto.

Dinámica: una Tabla Redonda, No Un Congreso de Representantes

Imagina las relaciones en tu colectivo como un sistema que puede ser diagramado: el apoyo y la información pasan entre algunas miembros más que entre otrxs; se forman vínculos entre parejas, se refuerzan, se relajan. Todo esto es inevitable, y aceptable; pero la forma general del sistema tiene efectos críticos en el modo en que trabaja para quienes están contenidos en él. Algunos colectivos tienen sistemas circulares, en los cuales la comunicación se produce entre todas las participantes, o, si dos miembres no están interactuando demasiado, son por lo menos enlazados entre sí por todas lxs demás; otros colectivos desarrollan sistemas lineales, en los cuales en cierto punto de la cadena de relaciones hay una persona que por sí misma conecta a un grupo o un individuo con el resto. El sistema circular es saludable y durable; el sistema lineal es peligroso y frágil.

La dinámica lineal no está acompañada necesariamente por una estructura de poder jerárquica pero, cuanto menos, tiende a favorecer la polarización del poder. Los talentos y necesidades de las personas que ocupan los dos (o más) finales de la línea, frecuentemente se desarrollan independientemente de las demás, y la especialización de intereses resultante puede llevar a conflictos.

La comunicación, que ordinariamente resolvería tales conflictos, es especialmente difícil en un colectivo que tiene dinámica lineal, porque la persona que se encarga de enlazar las diferentes “alas” del colectivo tiene que representar a cada una frente a las demás. La representación es reconocida por las anarquistas como poco saludable y des-empoderadora; los políticos que declaman representar nuestros intereses en las llamadas democracias inevitablemente nos fallan, dado que cada uno sólo puede conocer sus propios intereses auto-representándose. Aún si el miembro que enlaza hace seriamente todos los esfuerzos para representar las necesidades de las diferentes partes, el o ella en última instancia las perjudican al soslayarles descubrir cómo comunicarse directamente. Además, el estrés que esta representación impone sobre el miembro de enlace, especialmente si uno o ambos lados son agresivos, puede ser extremadamente difícil de soportar. Esta tensión, como todo el estrés en un colectivo, es inevitablemente retransmitida a las demás, por lo cual no intentes ser un héroe resolviendo los problemas de todxs y llevando adelante al grupo completo con la fuerza de tu diplomacia.

La dinámica lineal es un problema clásico para los colectivos en los que dos miembros están envueltos en una relación amorosa, dado que en nuestra sociedad se fomenta que las personas en tales relaciones se aíslen de las demás y formen una unidad, cuyos intereses conjuntos se relacionan al grupo a través de unx de ellxs. Culpen por esto a la monogamia monocultural. Esto no significa que las personas que están involucradas sentimentalmente no puedan estar juntas en un colectivo, pero ellas necesitan estar especialmente atentas a mantener al mínimo la representación y la comunicación privada. La no-monogamia, no tanto en términos de sexo como en dinámica y expectativas relacionales, tiene mucho que enseñarnos en este tema. (ver Relaciones No Monógamas).

 Las relaciones no monógamas por supuesto que pueden también generar dramas dentro de los colectivos. Siempre que consideres mantener una relación amorosa con alguien que es importante para los proyectos en marcha, contempla si podrás continuar tu colaboración si la relación termina mal.

Bien puede suceder en una situación crítica que un miembro se aislará del resto del colectivo, por temor o resentimiento, excepto tal vez con aquel que mejor sabe comunicarse. Esta situación no será resuelta hasta que los otros puedan reconocer sus necesidades, y el individuo pueda sentir el apoyo proveniente de todxs lxs demás. Como el éxito de cualquier proyecto colectivo depende de que estén todas involucradxs, esto debería ser –de alguna manera– siempre posible. Más vale que sí, puesto que a largo plazo no será suficiente ningún sustituto ni atajo.

Evitar la dinámica lineal en un colectivo es tan fácil y tan difícil como resolver cualquier otro problema interno del mismo: cuidarse de los malos esquemas, mantener líneas de comunicación abiertas, no ser insensible. Cuando se trata de la comunicación, no soportar la carga ajena más que cualquier otra responsabilidad; recuerda también no ser tan difícil de abordar que lxs otrxs intenten evitarte.

N o    s e a s    u n    i d i o t a

¡Ojalá esto no tuviese que ser dicho! Puedes pensar que está de más hasta que tú y tus amigues se encuentran perseguiendo la visión que tienen, de una revolución total que se expande hasta los confines de la tierra, sea en tu juventud o a los cincuenta, y los ánimos empiezan a caldearse.

Si levantas la voz a tus compañeras, pide perdón explícitamente tan pronto te sea posible, y tratá de descubrir las razones por las cuales perdiste la cabeza, de manera que puedas evitarlo la próxima. Si alguien te levanta la voz y luego pide perdón, acepta la disculpa sin guardar rencor, y preguntá si hay algo que puedas hacer para ayudar a evitar que suceda de nuevo. Si no se ofrece ninguna disculpa, acercate a él o ella en un modo no amenazante para poner en claro lo importante que es discutir lo ocurrido. Verifica con todas, consistentemente –y no sólo en reuniones formales, en las cuales algunas miembres se sienten intimidades–, acerca del modo en que te estás comunicando y sobre la manera en que haces sentir a las demás. Pide críticas constructivas, y toma las necesidades de tus compañeras muy seriamente. Tu colectivo depende de ello.

Gritarles a tus compañer@s es una conducta coercitiva, abusiva. Tal comportamiento aparece en formas más sutiles: mal humor, sarcasmo, provocaciones insensibles, negación a participar en las discusiones, no dar importancia a las necesidades y perspectivas de los demás. Es también coercitivo forzar a las demás a ser siempre lxs responsables –eligiendo ser siempre el que bebe, sin considerar nunca las necesidades de las demás hasta que las otras te las recuerdan, o evitando ser voluntaria para las tareas— o también obligarlas a absorber el estrés de tus arrebatos debido a tu volatilidad para el diálogo. Si te encuentras pensando que es necesario ser “dur@” con tus camaradas levantando la voz o actuando para incomodarlas –o lo que es lo mismo ¡pensando que de algún modo se merecen ese tratamiento por algo que han hecho!– entonces no lo dudes: te estás volviendo un autoritario.

Sé accesible al diálogo siempre. Tal vez no seas capaz de saber, viéndolo a la distancia, aquello por lo que están pasando tus compañeras, o no sepas de su necesidad de apoyo –o incluso ni te des cuenta de que les esté pasando algo–. Tienes que ser alguien a quien ellxs sepan que pueden recurrir por apoyo, alguien en quien confiar sin importar lo que suceda. Esto es importante para toda la gente, pero especialmente para un pequeño grupo comprometido en proyectos estresantes de larga duración. Tampoco te acostumbres al rol de defensor, tú necesitas estar tan confortable para ofrecer ayuda como para buscarla. Cuando ofreces apoyo, asegurate de recibirla también de algún lado.

Por último, por sobre todo –debes estar segur@ de estar haciendo algo que realmente quieres hacer. Esto te hará más servicial y buena gente, y no vas a sentir que necesitas compensación por tu actividad, como sí te sucede siendo mozo en un bar o archivando papeles. Si realmente amas el proyecto que integras y las personas con quienes estás, no te importarán los desafíos que vengan incluidos.

Protege Tu Idealismo

Parte de actuar colectivamente es no engañarse para evitar decepcionarse. La fe en otros seres humanos, tu habilidad para creer que pueden ser responsables por sí mismxs y por las demás, son más fundamentales para lo que hacés que cualquier otra cosa, por eso ten cuidado de dar a las personas innecesarias oportunidades de decepcionarte. Aprender cómo asegurar exactamente cuánto confiar en una persona es un talento esencial para aquellxs que trabajan cooperativamente.

Del mismo modo, ocupate de tus necesidades tanto como puedas. Esto significa llevar papel higiénico encima de modo que si no lo hubiese en el baño okupa no culparás a todo el movimiento rebelde por ello. También significa aparecer en una movilización con una estrategia propia en vez de esperar por instrucciones. Debes saber qué necesitas y cómo pedirlo explícitamente, pero también debes ser autosuficiente y resistente. Disfruta de desarrollar esas cualidades en ti, así puedes considerar un desafío exitoso lo que sucede, por ejemplo, cuando las personas con quienes cuentas para preparar el gran festival, abandonan la noche anterior, dejándote a cargo de todo. Esto será mucho más saludable y más productivo que sentirte un mártir crucificada por la pereza y estupidez de un mundo insensible.

En última instancia, deberías ser capaz de prosperar en cualquier clase de medio ambiente o contexto cultural, y ser agradecida por aquello que lxs demás te ofrezcan, sin importar lo humilde que pueda ser, dado que en nuestras redes por fuera de la economía capitalista, en las que nos deshacemos de las nociones de deuda y de deber, todo lo dado es dado sólo por generosidad. Enfrenta todo de este modo, y para todas será fácil trabajar contigo, sin mencionar que de esta manera tú mism@ lo disfrutarás.

Cuando los Tiempos se Endurecen

Recuerda, mientras vivamos en esta sociedad salvaje, que las relaciones problemáticas son inevitables. ¡Por eso estamos trabajando en primer lugar hacia la revolución! Las dinámicas dentro de nuestros grupos, y dentro nuestro, reflejan los patrones en conflicto del mundo que nos rodea, y no podemos esperar que sean más saludables de lo que son. La batalla por sanar una es la batalla por sanar la otra, y ninguna batalla concluirá hasta que ambas finalicen. Sepultadas en este enigma, la buena noticia es que cualquier cosa que encuentres que funciona en tu pequeña aldea puede también funcionar a mayor escala para cambiar el mundo.

Cuando las cosas se ponen muy mal y te empiezas a sentir avergonzada de tu grupo, como si todxs fuesen un conjunto de farsantes que no tienen nada que ofrecerse u ofrecer al mundo, puede ayudar que consideres todas las cosas hermosas e importantes que los anarquistas como tú han logrado: esos grandiosos discos de punk rock, la resistencia en la Guerra Civil Española, los millones de comidas servidas por Food Not Bombs (Comida No Bombas). Puedes estar segur@ de que todas esas hazañas fueron arrancadas con los dientes de los altercados internos, el resentimiento y el pesimismo.

Todo lo bueno que logramos, lo conseguimos porque estamos dispuestos a participar en proyectos que son imperfectos. La única cosa perfecta es la no-existencia. Espera un poco para ver lo que aún pueden lograr junt@s, por imperfecto que sea, antes de optar por irte.

Secuelas y Consecuencias

Aún con la mejor dinámica interna que el anticapitalismo puede comprar, tu colectivo puede eventualmente romperse, o puedes decidir dejarlo. Es inevitable, igual que la muerte (y la eventual abolición de los impuestos, maldita sea xd). Las cosas pueden terminar en un drama emocional o con desilusión. No te culpes por esto, aprende lo que puedas y sigue adelante. Ninguna de nosotras es perfecta, y reconocerlo y sentirse cómodo con eso, es tan radical y positivo como los esfuerzos para superarnos. El hecho de que se llegue a un final tampoco debe significar necesariamente que estabas haciendo mal las cosas. Tal presunción recuerda las objeciones que la gente presenta contra las relaciones no monogámicas: “conozco alguna gente que lo intentó, pero terminaron cortando”. Ser capaz de tener una relación sana incluye saber cómo y cuándo terminarla: que concluya no es necesariamente una prueba de que tiene problemas inherentes. Por otra parte ser incapaz de llegar a un final sí puede significar eso; piensa en los matrimonios monógamos miserables que se arrastran para siempre, sus miembros demasiado orgullosos para admitir que no está funcionando.

Por eso no te desmoralices cuando un colectivo llega a un final, llevate todas las lecciones que aprendiste, cada talento que ganaste, cada idea que aún deberá plasmarse, y pone todo en acción en tus próximos proyectos colectivos. Haz que los lacayos del capitalismo deban arrepentirse de que saliste con vida, y que las comunidades que te preocupan agradezcan que lograste sobrevivir.

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21-cuatro 21-dos 21-seis 21-cinco 21-uno 21-tres 21-siete

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